24 de febrero de 2012

Capítulo 2 - Demon Thief


2. Fugitivos

Traducido por Jenni
Corregido por Jess

Lo siguiente que sé es que estoy en el piso de mi habitación, mi hermanito Art contra mi pecho. Mamá y papá están gritándome, llorando, empujándome y agarrándome. Papá aparta gentilmente a Art de mis brazos. Mamá se inclina a mi lado y me abraza muy fuerte, llorando sobre mi calva. Ella está gimiendo, llamándome una y otra vez, preguntándome donde he estado, que había pasado, y si estoy bien. Papá me mira como si tuviera dos cabezas, apartándose sólo para mirar a Art; su expresión es de desconcierto total.
No hay ningún panel de luz azul. Ningún monstruo. Y ningún recuerdo de lo que pasó cuando fui detrás de la criatura con el corazón de serpiente. Sé que desaparecí por varios días. Mamá y papá pensaron que me habían secuestrado, o había estado vagando perdido. La policía ha estado buscándome. Pusieron mi foto en los periódicos y preguntaron a toda la gente que me conocía.

Mis padres estaban frenéticos. Mamá continúa gimiendo, diciendo que me creía muerto, que ella ya había perdido a uno de sus bebés. No me gusta cuando me habla como a un niño, pero este no es el momento para corregirla.

No puedo recordar que pasó. Recuerdo hasta el momento en el que dí ese paso dentro de la luz azul. Después de eso, nada.
Mamá y papá no me creen. Piensan que miento o que estoy en shock. Me engañan con chocolate caliente y me preguntan severamente, algunas veces de buena manera, otras de mala, pero ninguno de los dos tiene control sobre sí mismos. Se pasan a Art a sus brazos, preguntándome cómo fue que Art estaba conmigo. Supongo que él también se habrá perdido, después de mí.
― ¿Puedo cargar a Art? ―pregunto durante una breve pausa de preguntas.
Mamá me lo pasa, mirándonos suspicazmente, tal vez tema que nos perdamos de nuevo. Tuve una hermana pequeña, Anabella. Murió cuando aún era un bebé. No puedo recordar mucho sobre ella; yo tenía tan solo cuatro años. Pero nunca olvidaré las lágrimas de mamá y papá, su miseria, y la pérdida que sentía en el aire a mí alrededor. No era más que un bebé, pero, sabía que algo terrible había pasado, y podía ver cuán alterados estaban mis papás. Creo que nunca superaron de verdad aquello. Es obvio que estén más preocupados y enojados que cualquier otro padre. Hago rebotar a Art en mi rodilla, arriba y abajo, arrullándolo, diciéndole que todo está bien.
―Eres mi hermanito. Te cuidaré. Todo está bien―. El casi no lo nota. Se ve más adormilado que asustado. Es muy joven para notar las malas vibras.
Mamá y papá se miran sin palabras, entonces nos dejan solos un rato, mientras van al pasillo a hablar de lo ocurrido. No cierran la puerta, sino que me llaman cada vez que dejo de hablarle a Art, para asegurarse de que sigo aquí. Me dejan ir a la cama a eso de la una de la mañana. Sus rostros son tirantes y ruborizados. Mamá me arropa y deja que Art duerma a mi lado. Acaricia su rostro con dulzura mientras tira la manta a su alrededor. Comienza a llorar de nuevo. Papá tira de ella, me besa, y luego se lleva a mamá a su dormitorio, dejándonos a Art y a mí dormir.

Me despierto a mitad de la noche. Mamá y papá discuten. No sé sobre qué. Mama está diciendo:
―Vamos a darles un par de días. Para observar. Esperar. Si nadie dice nada, o lo busca…
Papá grita: ― ¡Estás loca! ¡No podemos! ¡Está mal! ¿Qué pasa si la policía…? ―. Vuelvo a dormirme.
Ya es de mañana, más preguntas. Mamá se sienta a Art en su regazo y le da de comer, sonriendo y riendo emocionada cada vez que él gorjea. Es un buen trabajo, no estoy celoso de mi hermanito cuando ella apenas se da cuenta de que estoy aquí. Papá sigue enojado.
Sigue mirando a mamá y a Art. Me lanza más preguntas. Tratando de ayudar a aclarar mi memoria, me dice que lo lleve a través de la noche en la que desaparecí, paso por paso. Le digo que estaba en mi cuarto. Estaba jugando y es todo lo que recuerdo. No menciono ni las luces, ni al monstruo. La voz interna que me habló esa noche me dice que no lo haga. Dice que solo me meteré en más problemas si digo la verdad.
― ¿Te fuiste a la cama? ―pregunta papá.
―No.
― ¿Alguien entró al cuarto?
―No.
― ¿Estaba alguien en la ventana?
Hago una pausa mientras recuerdo.
―No.
― ¿Qué hay de…Art? ¿Puedes recordar dónde… cómo te lo llevaste?
―No.
Papá maldice y toma su pelo usando ambas manos. Mira a mamá y a Art de nuevo. Mamá le devuelve la mirada severamente, sosteniendo a Art contra sí misma como un escudo. No sé qué significa su mirada, pero me alegro que no me mire de esa forma. ¡Sus ojos son espeluznantes!
Papá llama a la policía y ellos vienen. Se sienta conmigo mientras me preguntan muchas cosas. Mamá se queda en la habitación con Art. Papá dice que no hay necesidad de hablar sobre Art con la policía. Solo complicaría las cosas. Como Art es muy joven para contarles algo, quieren enfocarse en lo que me pasó a mí. Les cuento las mismas cosas que a mis papás. Son agradables. Me preguntan suavemente, hacen bromas, me cuentan historias de niños que fueron secuestrados. Quieren saber si puedo recordar algo, hasta el detalle más pequeño, pero mi mente está totalmente en blanco. Sigo disculpándome por no poder decirles nada más, pero no pierden la paciencia. Están mucho más calmados que mamá y papá.
No vuelvo a la escuela. Mamá y papá no me dejan salir. Ni siquiera al parque. Las cosas se sienten raras e incómodas. Es como cuando murió Anabella. Mucho llanto, dolor e incertidumbres. Pero es un tanto diferente. También hay miedo. Mamá está especialmente tensa. A duras penas suelta a Art. A veces la encuentro temblando y llorando cuando cree que no la veo.
Los días pasan. La policía vuelve pero no están muy preocupados. Lo más importante es que estoy a salvo y en casa. Le recomiendan una buen psiquiatra a papá y le suguieren que me lleve a verla, para tratar de averiguar que me pasó. Papá dice que lo hará, pero recuerdo como estaba mamá cuando la Srta. Tyacke, sugirió un psiquiatra hace tantos años. Estoy seguro que no iré a consulta.
Esa noche tienen una gran pelea. Mamá está gritando y maldiciendo. Yo estoy con Art en mi cuarto. Piensan que no podemos oírlos, pero sí podemos. Estoy asustado. Incluso lloro un poco, sosteniendo fuerte a Art, sin estar seguro de por qué se comportan de esa manera. Art no está preocupado. Él balbucea felizmente en mis brazos, tratando de morder un agujero a través del nuevo babero que papá le compró ayer.
Mamá grita: ― ¡Nos han dado una segunda oportunidad! ¡No me importa cómo pasó o quién salió lastimado! ¡No voy a sufrir la perdida de otro niño de nuevo!
No puedo escuchar lo que papá responde. Pero parece que hizo efecto. Mamá deja de gritar después de esto, aunque la escucho llorar. Papá también está llorando.

La mañana siguiente, papá me llama a su estudio. Tiene a Art sentado en su rodilla y una foto de Anabella en la otra. Está mirando a la foto y a Art, mordiendo su labio inferior. Levanta la mirada cuando entro y sonríe ―una sonrisa delgada y temblorosa―. Me dice que nos iremos. Inmediatamente, esta misma noche.
            ― ¿Nos vamos de vacaciones? –pregunto, emocionado.
            ―No. Nos vamos a mudar―. Art tira de la oreja izquierda de papá. Él agacha la cabeza y le murmura a Art.
            ―A tú mamá ya no le gusta este lugar―. Dice calladamente, sin mirarme. ―Anabella murió aquí. Tú te perdiste. Art… bueno, ella no quiere que nada mas pase. A Art, o a ti. Quiere ir a un lugar seguro. Para ser honesto, yo también. Estoy harto de la vida de la ciudad.
            ― ¿Pero, qué hay de la escuela? ―. Es lo primero que me viene a la mente.
            ―Al diablo con ella―. Se ríe. ―No te gustaba tanto, ¿o sí?
            ―Bueno… no… pero es la escuela.
            ―Te encontraremos otra―. Carga a Art en su brazo izquierdo, extiende el derecho y me acerca a él. ―Sé que no haz sido feliz aquí. Mamá y yo hemos estado pensándolo. Vamos a irnos a un lugar que conocemos, una villa que se llama Paskinston. Los niños son muy diferentes ahí. Más agradables. Pensamos que estarás más feliz, quizás hagas amigos. Y estarás a salvo. Todos lo estaremos. ¿Cómo suena eso?
            ―Bien. Creo. Pero… ―me encojo de hombros.
            ―Es para bien, Kernel―, dice y me abraza fuerte. Art se ríe y me abraza también, es cuando estoy seguro de que papá tiene razón. Todo va a estar mejor ahora.

Mi último vistazo a la ciudad es cuando nos metemos al auto más tarde esa noche. No sé porqué no esperamos hasta la mañana. ―Papá odia conducir de noche―. Pero no he tenido tiempo de preguntar. Todo ha sido muy apresurado, empacando maletas, buscando mis juguetes, comics, ropa, discos, escogiendo cual llevar y cual dejar atrás. Papá dice que nos enviarán nuestras cosas después, pero no quiero dejar nada valioso, sólo por si acaso. Bombardeamos todos los aeroplanos de mi habitación a las nueve en punto. Mamá y papá me ayudan. Los destruimos por completo. ¡Fue genial! Incluso mamá lo disfrutó.
Cuando nos metemos al auto, papá pregunta si quiero jugar un juego con Art para mantenerlo tranquilo. Yo acepto. Así que hace que me siente detrás del asiento de mamá, con Art entre mis piernas y tira una cobija sobre nosotros.
            ―Haz como si Art y tú fueran fugitivos. Son un par de criminales muy buscados y feroces, y nos estamos escapando fuera de la ciudad. Hay peajes, así que tienen que esconderse y estar callados. Si los encuentran, los enviarán a prisión.
            ―No envían a los niños a prisión― resoplo.
            ―Lo hacen en este juego― se ríe.

Sé que es una manera de mantenernos callados todo el viaje. Pero cierta parte me hace pensar que es real. El hecho de que nos vayamos tan calladamente, de noche, en secreto… sostengo a Art contra mí, y le susurro que se esté callado, temeroso de que nos encuentren quienes sean que nos persigan. Tengo ganas de llorar, pero es porque nos estamos llendo de casa. Nunca he vivido en ningún otro lugar. Me asusta.

Mamá se asegura de que Art y yo estemos bien antes de entrar al auto. Levanta la manta y nos mira. Nos estacionamos cerca de una luz, así que puedo ver bien su rostro. Se ve preocupada. Tal vez está triste por dejar su viejo hogar, como yo.
            ―Cuida a tu hermano―, dice suavemente, acariciando la mejilla de Art. Él la mira en silencio―, protégelo. ―Su voz se quiebra. Entonces me besa en la frente, acomoda la manta y nos vamos, dejando atrás todo lo que he conocido.

4 comentarios:

  1. Gracias por el capitulo. Y muchisimas gracias a todas aquellas personas que hacen su esfuerzo por traducir este texto.

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  2. gracias por los capítulos...muchas felicidades por la pagina,y también gracias a todos los que están colaborando en la traducción de esta gran saga..:D

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  3. muchas gracias por el capitulo. Hacen un estupendo trabajo.

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